Poco antes de concluir el siglo XIX una
recesión económica a nivel mundial ocasionó la caída de los precios de la
plata, principal producto comercial de México. Debido a la importancia que la
exportación de tal producto tenía en la actividad económica nacional, la crisis
produjo un desajuste en los precios de las exportaciones, causando una escasez
en los productos que se vendían el interior del país, ya que muchas de las
potencias con quien México comerciaba la plata, suspendieron la venta de
productos de primera mano. Además, se produjo una desestabilización de la
balanza de pagos, que ocasionó la caída del valor del peso mexicano ante otras
monedas en el mercado internacional. Luego de reelegirse en 1884, 1888, 1892 y
1896, se difundieron rumores de que Díaz abandonaría la presidencia en 1900.
Poco tiempo antes de finalizar el año de 1898, la clase política comenzó a
barajar nombres de entre los cuales podría salir el siguiente presidente del
país ya que, debido a su avanzada edad y a sus problemas de salud, Díaz no
podría continuar en el poder. Se mencionaba a José Yves Limantour, ministro
hacendario, y a Bernardo Reyes, otrora Gobernador de Nuevo León y uno de los
militares más allegados al presidente, y que gozaba de prestigio y autoridad en
la política nacional, pues durante su mandato como gobernador neoleonés
—1887-1895— logró acelerar el desarrollo socioeconómico de la entidad, y
convirtió a Monterrey en un centro comercial clave para el resto del país. Sin
embargo, el presidente Díaz no estaba dispuesto a abandonar el cargo, por lo
que aprovechó la división entre Limantour y Reyes para proseguir con su campaña
política. De acuerdo a José López Portillo y Rojas en "Elevación y caída
de Porfirio Díaz", Reyes aceptó la candidatura presidencial de Limantour,
puesto que éste último le ofreció el Ministerio de Guerra en caso de ser elegido
El descontento popular hizo que el presidente declarara al periodista
norteamericano James Creelman una entrevista concedida al "The Pearson's
Magazine", en que hacía un análisis de la situación política del país y
culminaba su intervención afirmando que permitiría que la oposición formara
partidos políticos y contendiera por los diversos cargos de elección popular en
la jornada electoral de 1910. A raíz de las declaraciones de Díaz, en todo el
país se formó una gran euforia popular de cara a las elecciones, se crearon
comités de acción política y los liberales presentaron candidatos para los
puestos de elección popular. Sin embargo, Díaz aceptó reelegirse nuevamente con
Ramón Corral en la vicepresidencia, lo que desató una crisis política que fue
el antecedente de la revolución. El Plan de San Luis fue el documento
inspirador de la revolución maderista, en el que desconocía los resultados de
las jornadas electorales del 26 de junio y del 10 de julio, proclamaba la
Revolución para las seis de la tarde del 20 de noviembre, señaló a Madero como
encargado provisional del poder ejecutivo y quien se encargaría de convocar a
elecciones. Además, se someterían a revisión todas las leyes realizadas durante
el gobierno de Díaz. El lema que adoptó el movimiento fue "Sufragio
efectivo, no reelección", mismo usado por Díaz contra Juárez y Lerdo. A
diferencia de otros planes en la historia de México, el Plan de San Luis no
contenía ninguna reforma de carácter económico o social, más bien era un
manifiesto político.
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